Oración: Doy gracias a mi Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, por hacer realidad este sueño que puso en mi corazón el mes de diciembre del año 2015; porque Dios es el que produce en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad.
Mi testimonio es el siguiente: Mi nombre es Pedro Manuel Barrios Hernández, soy colombiano; nací en el municipio de Magangué, Bolívar. Crecí en un hogar humilde, lleno de mucho amor y respeto, mis padres me enseñaron a creer en Dios y en su hijo Jesucristo.
Mi padre fue un hombre trabajador, serio y honesto que a pesar de su avanzada edad trabajaba para suplir las necesidades básicas y brindarnos una buena educación.
Gracias al esfuerzo de mi padre terminé la secundaria y me gradué de bachillerato. Mi deseo y el de mi padre era continuar os estudios universitarios y así poder lograr ser un profesional. Desafortunadamente mi padre falleció dejando un gran vacío en nuestros corazones y en nuestro hogar.
Nuestra vida y nuestros planes toman un rumbo distinto al morir mi padre ya que él era la cabeza y el proveedor de nuestro hogar. Yo tenía un hermano que vivía en la ciudad de Cartagena y me fui a vivir con él. Comencé a trabajar donde mi hermano trabajaba; tiempo después me fui a trabajar a un taller de mecánica de motores de fuera de borda donde me emplearon con ayudante.
Al pasar los años pase de ser ayudante a mecánico profesional. Yo era bien conocido por mi talento y los clientes me recomendaban.
En esa época muchos mecánicos trabajaban con narcos y eran bien pagados sus servicios, cierto día recibí la oferta para trabajar para un narco y no lo pensé dos veces ya que mi objetivo, mi meta era mejorar mi estilo de vida y darle un mejor futuro económico a mi familia.
Algo que yo no sabía es que la Palabra de Dios dice: Oseas 4:6 “Mi pueblo se pierde por falta de conocimiento”
“Vendí mi primogénito por un plato de lentejas…”
En diciembre del año 2013 fui capturado por la policía de mi país, y en el año 2014, catorce meses después, fui enviado en extradición desde Colombia a los Estados Unidos de Norte América.
Para mí fue una sorpresa, algo impensable, porque yo creía que la extradición se había establecido para castigar a los grandes narcos, sus socios y colaboradores más cercanos, que tenían la capacidad de comprar y de burlar la justicia con su enorme capacidad económica.
Nunca pasó por mi mente que por ser un simple mecánico, mi país que representa mi padre, me entregaría a un aliado suyo para que me castigara por haber cometido un delito en mi país; teniendo Colombia su soberanía, el poder, la autoridad, y el deber de castigarme y de proteger mi derecho constitucional de estar cerca de mi familia.
Pero Dios tiene el control, Él en su buena, agradable y perfecta voluntad permitió este cautiverio para que yo colocará mi mirada en Jesús el autor y consumador de la fe. Mi Padre celestial en varias ocasiones me había llamado con cuerdas de amor, Jesús había tocado la puerta de mi corazón, pero yo no le había permitido entrar, Él es un caballero, si nosotros no abrimos nuestro corazón Él no va a entrar a la fuerza.
Por esa razón Dios usó la última herramienta: La maldición del cautiverio para traerme a sus pies y someterme a su voluntad. Hoy echando un vistazo a mi vida pasada, puedo ver como Dios me ha librado del alcohol, de la fornicación, del adulterio, de la idolatría, de múltiples peligros y enemigos, incluso Dios me ha librado de la muerte.
Dios en sus propósitos eternos ha guardado mi vida; el camino que he recorrido ha sido largo, pero al fin llegué; hoy estoy en el lugar más alto, de rodillas, a los pies de mi Señor y salvador: Jesucristo.
Muchas personas se alegraran de mi por estar pasando este mal momento, dirán que estoy en apuros, pero gracias a la gracia de Dios no estoy desesperado; dirán que estoy derribado, y es verdad que estoy derribado, pero no estoy destruido, porque aunque exteriormente me voy desgastando, el hombre interior se renueva día a día.
Sinceramente puedo decir que esta leve tribulación momentánea, cuando sea la voluntad de Dios se abrirán las puertas de esta institución, tengo fe que el Señor va a acortar el tiempo de esta prueba y eso produce en mí un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.
Mucho ven la prisión como un castigo, y lo es, pero yo veo este tiempo como una oportunidad para apartarme de los deseos del mundo. Dios en cualquier momento pondrá a girar esta tormenta a mi favor. Él va a utilizar este cautiverio como una catapulta para lanzarme más alto, más lejos, más rápido. La gracias y el favor de Dios va a llevarme a una posición inmerecida; no por ser yo el mejor, el más educado, el más preparado, simplemente Dios va a cumplir su propósito en mí por haberme sometido a su voluntad en obediencia y amor.
Amados hermanos y amigos, las cosas que me han sucedido han resultado en beneficio del evangelio, estoy cobrando animo en mis prisiones, ahora me atrevo a hablar y a predicar de Cristo y sus buenas noticias de salvación. Hoy entiendo que la Palabra de Dios es viva y eficaz, nos consuela en nuestras tribulaciones para que nosotros también podamos consolar a otros.
Los afanes del mundo me tenían cegado, mal gastando mi vida y los talentos que Dios por su gracia me regaló, usándolos como instrumento para dañar al prójimo, alejado de la voluntad de Dios.
Las escrituras nos exhortan para que el tiempo de vida que nos resta en la carne la vivamos conforme a la voluntad de Dios.
Hoy Pedro Manuel Barrios Hernández le dice al mundo que Jesucristo compró mi vida a precio de sangre, el trono de mi corazón le pertenece a él; soy una nueva criatura, las cosas viejas pasaron, quedaron atrás, mi nueva vida la vivo en la fe, creyendo en el Hijo de Dios el cual me amó y dio su vida por mí.
Las escrituras me enseñan que debo amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a mí mismo, pero existe en el mundo un sentimiento que lo describen como amor y trata de imitarlo pero no puede, porque ese amor que practica el mundo es primeramente carnal, materialista, egoísta, interesado, envidioso, injusto y tiene vencimiento.
Este es el amor de nuestro Padre Celestial 1ra Corintios 13:4-8 es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, el amor nunca de ser.
Amados hermanos y amigos, los invito para que aprovechen bien el tiempo, porque los días son malos; por esta razón debemos ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor, siendo sencillos hijos de Dios sin mancha en medio de esta generación perversa en la cual debemos resplandecer como luminares en el mundo.
Nosotros los que creemos en la resurrección de Jesucristo somos linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios para anunciar las virtudes de nuestro Señor Jesucristo que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable para darnos vida eterna.
Hoy sé que Dios está atento a mi corazón, Él está interesado en mi amor. Jesús es una realidad en mi vida, a través del Espíritu Santo para disfrutar de un nuevo destino glorioso. El Espíritu Santo me anhela celosamente para llevarme a tener un encuentro personal con Jesucristo para que yo pueda dialogar con Él, como lo hizo Moisés con Dios cara a cara.
Amados hermanos y amigos Dios haga resplandecer su rostro sobre ustedes y los bendiga a ustedes y a sus hermosas familias en el nombre que es sobre todo nombre, el nombre poderoso de Jesús, amén.